Navidad

El Corte Inglés ha puesto las luces y las calles de Madrid se han llenado de esas preciiiioosiiisimas luces de ¿Navidad? con forma de escalerita, de cubilete....por lo menos este año no han puesto esos cartelitos de luz, martillo, navidad y todos leyendo en el Paseo del Prado, a punto de pegársela con el coche en pleno Diciembre.

¡En mi casa también ha llegado la Navidad! hoy mi abuela ha traido un escrito de esos que recita en sus tertulias, que recogió de un calendario del año 98:

Navidad. Una vez más el milagro repetido.
La imperiosa y exigente llamada a la concordia y la paz entre los hombres. Y la promesa de esa paz para aquellos que poseen un corazón no dormido del todo.
La Navidad es tiempo propicio para la ilusión. Para que la Fantasía se desborde, para que se hagan más grandes y más vivos los ojos de los niños. De esos niños que siempre piden en Navidad un cuento (y después mi Agüeli recita su poesía del burrito en el Belén).

Cada año cuando llega la Navidad paseo por Madrid con la misma sensación.
Entre pena y alegría. Entre esperanzas e ilusiones.

Río con los niños que miran cantar a los muñecos de Cortilandia y me acuerdo de los que no saben lo que es una Navidad, ni entienden de comidas especiales porque no tiene comida.

Río mirando a los abuelos pasear viendo las luces de las calles y me entristezco pensando en los que están solos y ven la vida con ojitos aguados detrás de las cataratas.

Río cuando cada año cuando estoy apunto de morir ahogada con las uvas y doy besitos a la familia con la boca como la de mi Gordi, cuando se metía la comida en los carrillos, y se me encoge el estómago pensando en los que ya no están.

Pero no es la Navidad, es la vida, unos van, otros vienen.
En Navidad, como el turrón, o en agosto de vacaciones.

Los niños Ríen en Navidad, pero también lloran porque no ha llegado la Playstation. También lloran y ríen el resto del año.

Es fácil estar más sensible en Navidad con los anuncios, las luces, el frío, las cenas familiares... pero lo importante sería tener en cuenta a los demás cualquier día.

Que esa llamada de felicidades llegue un día de verano con cuarenta grados a la sombra, para preguntar como estás.
Que no esperemos a Navidades para decirnos que nos queremos, que nadie nos marque cuando nos tenemos que expresar. Que no nos cueste tanto sonreír, que la vida son dos días.
Que el turrón se pueda comer tooodo el año ¡y que mi madre deje de comprar frutas escarchadas si ya sabe que solo me como el chocolate y tiro lo de dentro!
Como decía Sabina "que todas las noches sean noches de Luna, que todas las lunas sean lunas de miel"
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