Cuando yo era pequeña (batallita de la abuela is coming) la estación abandonada, que no es otra que la de Chamberí, no estaba abierta al público. Se abrió en 1919 pero se cerró en 1966 porque las medidas de la estación se quedaban pequeñas para los nuevos trenes.
Decían los rumores de lo misterioso que en la estación abandonada no solo quedaban restos de antiguas publicidades, también los fantasmas de un Madrid antiguo paseaban por los andenes.
Así que al montar en la línea 1, era un clásico pegar la cara al cristal en el viaje, buscando un resto de la estación e igual algo más. Además, al construir el metro se habían encontrado huesos que habían sido tapiados en las paredes al seguir la obra.
Hasta aquí mis recuerdos de pequeña madrileña. Con el tiempo, y con la explicación de la guía, las sombras toman forma y se convierten en mendigos que aprovechan el resguardo de la estación. Los huesos sí estaban, pero en la estación de Tirso de Molina.
Aún así no os preocupéis, fantasmas hay en todos los sitios (interpretadlo libremente)
La estación puede visitarse desde el 2008, yo la tenía pendiente desde hace bastante y la verdad es que la visita me gustó mucho.
Es un recorrido muy corto, se pasa por las taquillas, se baja al andén y se puede ver un vídeo explicativo, pero tienen pases con guía cada 60 minutos a las horas en punto. La visita, guiada o no, es gratuita, así que otro punto a favor.
Cogemos el metro de forma habitual y nos parece lo más normal del mundo, pero imaginad a la gente en 1919 ante el primer metro, metiéndose en un río de gente bajo tierra. Ese es uno de los motivos de que la estación tuviera una decoración muy ornamentada y una estructura abovedada, dar sensación de amplitud y comodidad a los usuarios, que ante la falta de costumbre nos les venía mal distraerse en el andén. Además no os imaginéis la luz actual, imaginad bombillas con una potencia mucho menor. Vamos, que mi espíritu claustrofóbico solo se alivia un poco al recordar que la salida y la entrada de personas se hacía por escaleras diferentes.
La verdad es que los tiempos de llegada no pasaban de los 3 minutos, ríete tú del metro antiguo y dí que el de ahora vuela cualquier día a última hora.
Otra de las cosas curiosas es que durante la guerra el metro se utilizó para que la gente se protegiera en caso de ataque, esto es más o menos conocido, pero también se utilizaba en modo ambulancia para trasladar a los heridos. O que el uso del ascensor, que ya no está en la estación sino en el pueblo de su autor, tenía un coste.
Así que si queréis imaginaros a vuestros abuelos paseándose por el metro o poner un pie en un Madrid menos moderno, aquí tenéis los horarios. Lo cerrarán porque es gratis, no lo habréis visto y os tocarán otros 40 años de pegar la cara al cristal. Así que aprovechad por si acaso.
Viernes de 11 a 13 y 17 a 19 y sábados y domingos de 10 a 14 (incluyendo festivos).
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