Ya os conté en el centenario del hundimiento muchas cosas de mi tragedia favorita.
Sí, he utilizado en la misma frase las palabras tragedia y favorita, así a lo loco, como si fuera humana.
Y esta vez, además de leer, podéis acercaros un poco más a esta historia, que no por manida deja de ser increíble.
La exhibición dura unos 90 minutos de audio-guía, incluida en el precio de la entrada, y durante el recorrido hay un poco de todo: fotos y vitrinas que marcan el camino y que contienen objetos personales de los pasajeros, reproducciones de maquinaria y estancias del Titanic, elementos de otros cruceros que pertenecían a la misma compañía, maquetas, etc.
A mí me ha gustado mucho, de hecho, no descarto una segunda visita en modo mega fan, aunque si he echado de menos más chicha. Traducido al castellano, me faltan más cosas sacadas del fondo del mar, o más "puesta en escena".
Es una crítica de fan, a mí todo lo que no sea bucear y tocar una copa que sobrevive entre peces en el oscuro abismo (en que se mecen), me va a saber a poco. De hecho, podría haberme quedado delante de la maqueta, con una apertura lateral para ver el interior, mucho tiempo, sin problema.
Además hay dos factores clave, tengo mucha imaginación y soy muy blandita.
En la exhibición hay una réplica de unos de los pasillos de camarotes, y mola mucho imaginarse como hace cien años, esas personas de las fotos, tenían delante lo mismo.
Lo que me lleva a la parte B, casi lloro en algún momento de la narración. Es mi tragedia favorita, pero aunque vivieran hace cien años, son personas que se murieron congeladas y probablemente aterradas.
Excepto los músicos, que bien sabéis que murieron tocando. Y Jack, que murió porque Rose tenía un mal día y no quería hacerle sitio.
Que vayáis a verla y ya está, que viene el frío y dentro, paradójicamente, se está muy calentito.
Precios de 6€ a 12€ en el Centro Cultural de la Villa. (Plaza de Colón 4)
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