Dejar de fumar poco a poco

Cuando decidí dejar de fumar lo primero que hice fue visitar a mi doctora.

¿En serio? Ingenuos, obviamente no. Lo primero que hice fue buscar en Google y tuve mucho miedito, que es lo que pasa si buscas en Internet.

Miles de artículos solo hablaban de ansiedad, de una buena dosis de mala hostia, de engordar entre 5 y 10 kilos, de depresión, de efectos secundarios...

Que ojo, no es que no sean ciertos, pero me apetecía leerme algo como -¡eh!, que lo he dejado sin matar a nadie, sin convertirme en un bicho bola y sin llorar por los rincones.

Así pues, que sepáis que lo he dejado sin matar a nadie, sin convertirme en un bicho bola y sin llorar por los rincones.

Además leía y leía que había que reducir cantidad primero, marcarse un día fijo para dejarlo, evitar hábitos que recuerdan al tabaco, recordar aquello que nos impulsa a dejarlo.

Mi consejo es que lo hagáis como os salga de las narices, que el rato complicado lo vais a pasar vosotros y nadie se conoce mejor que uno mismo.

A principios de años pasé unos meses complicados, nunca jamás intentéis dejar de fumar si no estáis tranquilos, así que me planteé reducir pero sin dejarlo, sin una cantidad concreta y dejando el látigo muy, muy lejos de la mano. Mi misión era ser consciente de lo que fumaba y fumar un poquito menos al mes, aunque fuera un solo cigarro y sin fustigarme si no lo conseguía.

Me di cuenta de que había días en los que era capaz de fumar muy poco y eso te anima.
La mitad de los cigarros los fumamos por hábito, eso ya lo sabéis; pero con el reto, o con el juego, me iba animando a superarme.

Además descubrí mis patrones de hábito, salvo excepciones, siempre fumaba más la primera semana de mes, después bajaba un poquito el consumo y subía un pelín a final de mes. Mis máximo de pitis/día casi nunca eran en fin de semana.
Resulta que yo fumo menos cuando estoy más tranquila, que es los fines de semana y a mediados de mes, que ya me he organizado y tengo enfilados los planes.

Parece una gilipollez, pero cada uno fumamos de una manera.

Dicho esto:

358 cigarros en enero.
355 cigarros en febrero (menos pitis, pero también menos días) 
296 cigarros en marzo (primera bajada interesante)
298 cigarros en abril +2
296 cigarros en mayo -2
233 cigarros en junio (63 menos que el mes anterior)
75 cigarros en julio 
0 en agosto.

Un día en julio me puse mala y aprovechando el dolor de garganta no fumé. Y ese fue el día de inicio como no fumadora, 25 de julio. Las veces que me he marcado un día para dejarlo, incluso usando app de ayuda, lo único que he hecho es ponerme muy, muy, nerviosa. Para mí marcarme un día no era positivo. Si un día te levantas y decides no fumar, dale duro. Si te funciona marcarte un día, hazlo.

Algo que me ha ayudado mucho, es saber que no fumo porque no me da la gana y que si me quiero fumar un cigarro, me lo fumo. Ya puede bajar San Nonicotinio a decir misa. Esta trampita mental quita mucha tensión.

Los que lo dejáis sois vosotros, hacedlo como queráis.

El día 5 de agosto me fumé un cigarro. Como lo dejé al estar mala y todos los cigarros finales me los había fumado con el típico tío anti-tabaco cerca (en mi edificio no se podía fumar. Piti que bajaba a echarme, ocasión en la que casualmente mi vecino brasas bajaba a ponerse a mi vera a decirme que dejara de fumar), sentía que no me había despedido y no había disfrutado mi último piti.

Esto también es importante, humanos que nos rodeáis y que queréis que lo dejemos, SOIS CONTRAPODUCENTES. Si estamos en un proceso de desintoxicación que es complicado, no vengáis a tocar las pelotas, ya es bastante difícil sin sermón como para además de aguantar la ansiedad que genera, y la genera, aguantaros a vosotros. 

Volvamos, una vez fumado y eliminada de la cabeza la idea de que no me había despedido, no veáis la diferencia (en positivo). Valorad vosotros también si tenéis algo en la cabeza que os genera tensión y os esté complicando el dejarlo.

Pasemos a los efectos secundarios.
Se me han juntado otras cosillas, como a cualquiera que esté vivo :)

Kilos: coincidiendo con que dejé de vivir en España, dejé el gimnasio, el tabaco, el ansia de volver a casa... Entre unas cosas y otras, siete kilos. Una cosa os digo, voy a adelgazarlos porque tengo una tara mental y no soporto los kilos de más y además no me apetece renovar armario, pero vamos, que tengo una pinta potente estupenda.

Ansiedad: muchísima, la he traducido en una mala hostia increíble. No es solo el tabaco, si matáis a mis vecinos del patio o me compráis un billete a otro barrio, se me pasa un poco. Vamos, que la nicotina influye pero no va a cambiaros el carácter. No os va a construir en monstruos (si no lo erais antes, claro) En serio, igual es la parte más difícil, pero pasadas las dos primeras semanas la cosa se relaja mucho. Pero no es ni de lejos tan complicado como me imaginaba. 

Depresión o pena: ni está ni se la espera.

Efectos secundarios: es verdad que se tiene la sensación de estar algo resfriado y además yo me sentía como hinchada de la barrigota. En quince días se me pasó también.

Ventajas: pues después de fumar 18 años, así como el que cría a un niño, siento cosas físicas. Es verdad que me da la sensación de que he recuperado algo el olfato y el gusto, tampoco una cosa loca, que es de lo más comentado entre la gente que lo deja.

Pero sobre todo me siento libre, que es lo que me empujó a dejarlo.

Os voy a decir la verdad, yo soy muy burrita y puede que la salud haya sido un factor muy secundario en mi decisión. Pero mis razones principales eran tres: no oler mal, no quitarle lozanía a la piel y sentirme liberada.

Me parece una pasada no tener que calcular las horas de un vuelo en términos de horas sin fumar, o no tener que pensar en qué momento puedo escaparme a echar un piti, no estar pendiente de si me quedo sin tabaco a horas intempestivas, sin suministro en un pueblo perdido del mundo, comprar a precio de oro fuera de España, no olvidarme de los chicles y las toallitas para disimular algo el olor, que mi casa no huela a tabaco, no tener que dejar de hacer una actividad para poder fumar entre medias, no decir a mis sobris un, espera un segundo, que estoy fumando.

¿Fumaría ahora mismo? Claro. Además no me fumaría un cigarro, me fumaría un paquete. Pero es absurdo. No creo que me quede ni media chispita de nicotina en el cuerpo (pulmones aparte, hablando a nivel mono) Así que sé que las ganas son mentales. He fumado 18 años.

El piti de consuelo, de post aquello, de después de comer y de cenar, de confidencias, de ligar en la puerta de un bar, el de la mañana porque no has dormido, el de la mañana porque ya eres yonki, el de descanso en el curro, el de concentrarme, el de la pausa que me lo merezco, el de acompáñame mientras fumo...

Mucho cigarrillo suelto, sin embargo, cuando me rodeo de gente fumando no me vuelvo muy loca, la verdad es que, como os decía, es más mental que físico. De hecho me huele muy rico, pero muy malo al mismo tiempo. Me pregunto si me huele como a los que nunca habéis fumado, o si nos huele distinto a los que sí lo hemos hecho.

Ni decir tiene que el piti del 5 de agosto me sentó como un tiro. Si vais a fumar después de mucho tiempo sin hacerlo, bienvenidos al recuerdo de aquella primera calada que os metió en este lío. Hacía mucho que no me ponía tan mala por consumir algo.

Así que amigos, ánimo, dejarlo es mil veces más sencillo de lo que parece antes de dar el paso. Probad las veces que os haga falta, buscad lo que os motiva de forma individual y el sistema que mejor os venga.

Los consejos y las recomendaciones molan, de hecho de eso vive mi blog (y las abuelas), pero nadie puede ponerse en  vuestro lugar (excepto los siameses o los casos de posesión)

Por cierto, nunca nos olvidemos como motivación profunda, de los besitos limpios
(O esa pasta que no te gastas y con la que ya puedes comprarte el Ferrari del que presumen los actuales no fumadores XDD)


Pd: dedicaremos el logro a mi abuela que ha insistido tanto, tantos años, que lo primero que hice al dejarlo fue acordarme de ella. 
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